Wednesday, January 19, 2022

Juan Gattinoni: Metodismo y Democracia

La publicación de blog de hoy está escrita por Juan Gattanoni, pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina.

La temática Metodismo y Democracia navega en armonía desde tiempos lejanos. Pertenezco a una familia de larga trayectoria en el Metodismo en Argentina. De hecho, himnos y espíritu wesleyano, me acompañan desde la cuna. Hace más de 180 años la Iglesia Evangélica Metodista viene acompañando la historia de Argentina con su presencia, siendo de las primeras Iglesias protestantes que desarrolla una tarea misionera.

Mi intención es hablar desde una perspectiva testimonial, y a partir de los hechos que muestran el compromiso de los metodistas en Argentina con la Democracia.

Quisiera hacer una distinción previa. Hablamos de “LA política” y de “LO político”. La política es el conjunto de actividades que hacen las personas asociadas en grupo (partidos políticos), para acumular poder que les permita gobernar, tomar decisiones e ir dirigiendo los destinos de una sociedad. LO político es aquello que “sucede en la polis” y por ello resulta lo que es de preocupación, interés o necesidad de la gente en su diario vivir. Entiendo que la Iglesia no está llamada a gobernar y meterse en los tires y aflojes de LA política. Pero sí es llamada a meterse en LO político, o sea con lo que le sucede a la gente.

Hablamos de Democracia, cuando decimos que el pueblo (demos), la gente, tiene participación en las decisiones que le gobiernan. Elegir y ser elegido. Delegar autoridad para ejercicio en su representación.

La Iglesia Evangélica Metodista Argentina (así como otras en el mundo) es conceptualmente democrática. Diríamos que valoramos la democracia como sistema de gobierno “en carne propia” Y así lo ha sido desde sus inicios.

La Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA), ya autónoma desde 1969, toma para su propio gobierno un sistema ampliamente democrático, en donde sus representantes (obispos, superintendentes, comisiones de trabajo, etc.) son elegidos por los representantes de las iglesias reunidos en Asamblea General.

La Argentina desde 1816 (su Independencia) hasta la fecha ha tenido distintos gobiernos, alguno que otro con “cierto nivel” de democracia (recién en 1950 se aprobó el voto femenino y su participación), y una gran cantidad de golpes de Estado, dictaduras más blandas o más duras, pero nada democráticas. Probablemente la más feroz dictadura en Argentina fue durante los años 1976 a 1983, con más de 30,000 personas secuestradas y desaparecidas, y que llega a su fin involucrándonos en Guerra con Gran Bretaña por la recuperación de nuestras Islas Malvinas, la cual, como era de presuponer, se perdió dejando un saldo de 650 fallecidos de las fuerzas argentinas.

Dicho esto vale afirmar que la Democracia en la Argentina en rigor de verdad comienza en Diciembre de 1983. Y hasta la fecha ininterrumpidamente, no sin diversas crisis, hemos vivido bajo un régimen de gobierno democrático por 39 años! Esto quiere decir que la Democracia como forma de vida, para los argentinos, es algo muy deseado, valorado y necesario.

Conservamos un recorte del Diario Crítica del año 1938, donde la Iglesia Metodista Episcopal del Este de Sud América, reunida en la 46va. Conferencia Anual, nos dice a través de su Obispo Juan E. Gattinoni (mi abuelo): “La Iglesia Metodista debe luchar para mantener la democracia y por lo tanto, resistirá a las dictaduras, pues éstas decapitan a la oposición. En cambio aquella, dignifica la última. Las mentes creadoras son destruidas por las dictaduras y la nación entera marcha bajo tales regímenes a la más absoluta esterilidad mental. Por el contrario, en la democracia, la mente creadora es protegida y conservada, porque ella quiere que sea un hecho en la vida, la libertad, la igualdad y fraternidad conscientemente gozadas por todos.” … “Debemos luchar por la democracia, a fin de que dentro de dicho régimen de convivencia, los hombres puedan usar su libertad para obtener justicia económica para todos” … “La Iglesia Metodista Episcopal no endosa, no sostiene ni participa en la guerra. Sus componentes estamos convencidos que el buen entendimiento y la buena voluntad pueden dar mejores frutos y pueden ahorrar vidas preciosas”. Vale mencionar que esta afirmación de la IME, surge en el contexto en que en Europa, Comunismo y Nazismo estaban cuestionando firme y violentamente la Democracia como sistema de gobierno.

La Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA), ya autónoma desde 1969, toma para su propio gobierno un sistema ampliamente democrático, en donde sus representantes (obispos, superintendentes, comisiones de trabajo, etc.) son elegidos por los representantes de las iglesias reunidos en Asamblea General.

Cada Asamblea de la IEMA desde la autónoma ha pronunciado a favor de la democracia, de la participación del pueblo y de la inclusión de los más necesitados en los objetivos de gobierno del país. Pero no se trata sólo de pronunciarse a favor de la democracia, sino de tener una acción/misión que tenga que ver con las necesidades del pueblo. Es en ese sentido que la Estrategia Misionera delineada y aprobada en Asamblea General en 1973 por la IEMA apuntaba a que es el Estado que debe atender las necesidades de su pueblo y que la Iglesia está llamada a cubrir de manera supletoria lo que el Estado no estuviera pudiendo atender, esto es educación, salud, problemáticas sociales, etc.

El golpe de Estado y Dictadura de marzo de 1976 en Argentina, fue uno de los tantos que se esparcieron por toda Latinoamérica. En Argentina, fue realmente trágica como mencionáramos más arriba. La IEMA no sólo no apoyó esa Dictadura (vale mencionar que otras Iglesias sí lo hicieron, incluyendo la Iglesia Oficial, Católica Romana), sino que comprometió a varios de sus dirigentes en la lucha por los Derechos Humanos, como forma de lucha para la restitución del sistema democrático.

El golpe de Estado en Chile, en septiembre de 1973, que acabó con la vida democrática, fue sangriento también y generó de inmediato miles de refugiados que huían para salvar sus vidas. La mayoría encontraban su salida más accesible en Argentina, principalmente en Mendoza, pero también otras ciudades de Argentina.

La IEMA se vio inevitablemente compelida a involucrarse en LO político, y arriesgarse a organizar junto con otras Iglesias (no muchas) Comités de Atención a Refugiados. El Obispo Federico J. Pagura (elegido en 1977) nos relata lo que fue esa experiencia, siendo él pastor en la ciudad de Mendoza. “Ante la realidad de miles de refugiados chilenos que cruzaban la cordillera clamando refugio en nuestro país, con los riesgos[1] que entrañaba en ese tiempo el recibirlos, acompañarlos y defenderlos ante la dictadura que ya empezaba a mostrar sus dientes y garras, yo le pedí a mi Obispo Carlos Gattinoni (primer obispo de la IM autónoma), una urgente visita a Mendoza, y en una conversación más que secreta le pregunté si él y nuestra Iglesia Metodista estarían dispuestos a respaldarnos y acompañarnos en esa peligrosa aventura a que se nos desafiaba. Y él me respondió: “sigan adelante Federico, con los que estén dispuestos a comprometerse por amor a Cristo y al pueblo. Nosotros les acompañaremos hasta el fin, cualesquiera sean las consecuencias”.

La IEMA, con la decisión firme de su obispo, no sólo entendió que la causa de los Derechos Humanos y el refugio político tiene que ver con la concepción democrática de la vida, sino que además animó la formación de distintos Organismos de Derechos Humanos que jugaron un rol muy importante en lo político en nuestro país. La Iglesia lo entendió así, en su fidelidad al Señor y otras iglesias protestantes acompañaron esta posición también. Resuena por detrás de esta firme decisión aquello de que “el mundo es mi parroquia”. Esta fue la manera de involucrarse en “lo político”. Otras iglesias evangélicas NO lo entendieron así y siguieron preocupándose por las “cosas celestiales”.

Una de las cosas que distinguen a Argentina en cuanto a otros países que pasaron por dictaduras opresivas es que, una vez vuelta la Democracia, se juzgó en tribunales nacionales el genocidio perpetrado por la Dictadura (76-83). Los dictadores genocidas fueron encontrados culpables y condenados según la ley Argentina. También la Iglesia Metodista tiene algo que ver con este proceso. Sucede que, con el advenimiento del nuevo gobierno democrático, el 10 de diciembre de 1983, el Presidente Alfonsín toma una decisión trascendente a solo 5 días de su asunción (15 de diciembre de 1983). Por Decreto de Necesidad y Urgencia crea la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) cuyo objetivo fue investigar el tema desaparecidos y violaciones a los DDHH acaecidas en el período 1976-1983. Estaba compuesta por un grupo de 10 personas, conocidas por su honestidad, entre los que había tres religiosos: un rabino, un obispo Católico y el Obispo Metodista Carlos Gattinoni. La CONADEP tenía su sede en Buenos Aires, pero se crearon varias subcomisiones en distintas ciudades del país, en las cuales hubo pastores metodistas sirviendo también. La importancia del trabajo de investigación de la CONADEP radica en que su informe fue un insumo fundamental para el Tribunal Civil que juzgó a los dictadores meses más tarde.

La preocupación por el decrecimiento de la democracia en estos últimos tiempos fundamentalmente pasa por el Poder Judicial[2]. Con el advenimiento del “Low Fare” ampliamente practicado en sedes judiciales y el poder de las corporaciones de medios de comunicación que practican sin pudor las “fake news”, confundiendo y manipulando el pensamiento de la gente, el rol del Poder Judicial (uno de los tres poderes del sistema democrático) ha tomado en la práctica preeminencia sobre los otros dos poderes. Esto hace tambalear el sistema democrático en nuestro país. Si la justicia no está para proteger el derecho del débil, no es justicia.

Como bien dice el Salmo 85: 10-13

"La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde los cielos. Jehová dará también el bien y nuestra tierra dará su fruto. La justicia irá delante de él y sus pasos nos pondrá por camino."



[1] El 5 de septiembre de 1975 a las 3 am, una bomba fue puesta en el Templo Metodista de Espejo 423, en pleno centro de Mendoza, destruyendo cinco puertas y todos los vidrios del frente del edificio.

[2] Cuando se instaura la Dictadura Militar (1976-83), todos los jueces fueron obligados a firmar fidelidad a las “Actas del Proceso de Reorganización Nacional” liderado por la Junta Militar y esa fue la manera que se aseguraron cometer todos los atropellos que quisieron.

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