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Wednesday, July 15, 2020

Thomas Kemper: Mesas Redondas para la Visión y Práctica Misionera Metodista Unida, Parte I

La publicación de blog de hoy está escrita por Thomas Kemper y traducida por Pedro Zavala Chaparro. El Sr. Thomas Kemper actualmente se desempeña como Secretario General de la Junta General de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida (GBGM). Esta es la primera de dos partes.

“Las Mesas Redondas para la Misión representan un proceso consultivo para reunir una red de socios comprometidos, en expresiones particulares de la misión de Dios. Pueden centrarse en un área geográfica específica, en un tema o en un proyecto".[1]

Las Mesas Redondas para la Misión son cada vez más valiosas y su realización cada vez más frecuente, en la visión y práctica misioneras de la Iglesia Metodista Unida y su Junta General de Ministerios Globales. Las razones principales son obvias. Las Mesas Redondas para la Misión responden a la necesidad de una asociación misionera, de colaboración, con un sentido de mutualidad, en un mundo en el que las iglesias fundadas en la misión, especialmente en el Sur y Oriente Global, se ven a sí mismas como verdaderos socios y líderes en la misión global. En un panorama en el que la misión ecuménica es una posibilidad y también una necesidad.

El modelo es adaptable para la planificación y evaluación estratégica de la misión, que abarca desde la divulgación del servicio social local, hasta los principales ministerios nacionales o regionales. Considero importante mencionar, que las mesas redondas son herramientas esenciales para: el inicio de nuevos esfuerzos misioneros, la evaluación del momento en el que se encuentran, mirar la estabilidad de las iniciativas misioneras en maduración, así como en el diseño de futuras estrategias. Las mesas redondas también pueden ser valiosas para la colocación de misioneros. El valor radica en lo poderoso de las dinámicas positivas resultantes. Las mesas redondas se alejan del patrón bilateral tradicional de envío y recepción de misioneros, a una de relaciones multilaterales y responsabilidad compartida entre los participantes.

Compromiso personal y aprendizaje
Mi entusiasmo por la misión a partir de mesas redondas nació gracias a la combinación de experiencias personales y el estudio de la historia de la misión.

Mi esposa Bárbara y yo fuimos a Brasil como misioneros adultos jóvenes, no mucho después de graduarnos; enviados por la organización misionera de la Iglesia Metodista Unida en Alemania, nuestro país de origen. El pensamiento predominante de aquella época entendía a la misión como una exportación del norte y el oeste, realizado por misioneros europeos y norteamericanos. Algunas partes del trabajo, no todo, aún tenían una fuerte capa de colonialismo. El sistema de entrega generalmente involucraba una "Junta de Misión" en Nueva York, Londres o Frankfurt, con una planificación y una supervisión típica, que se desenvolvía de arriba hacia abajo.

Este patrón tradicional simplemente no funcionó en São Paulo, donde nos asignaron. No se tuvo en cuenta las aspiraciones y talentos de la población local, así como las realidades competitivas de las comunidades multirreligiosas ahí presentes. Nos encontramos sentados para sesiones de estrategia de misión con metodistas brasileños, hermanas católicas romanas, predicadores pentecostales, comerciantes, funcionarios gubernamentales y gente de la calle. A menudo, la atención estaba en lo que podríamos hacer colectivamente para abordar las realidades de la pobreza y la injusticia, en una de las ciudades más grandes del mundo. Un recuerdo duradero proviene del sentido de participación activa en toda nuestra mesa, que a veces se convertía en una olla hirviendo, gracias a lo que cada uno contribuía. Todos estaban comprometidos a pesar de las diferentes capacidades económicas y las complejidades organizativas de las agencias misioneras.

No me malinterpreten. Necesitábamos la participación y el apoyo de las juntas de misiones en Frankfurt, Londres y Nueva York, pero como socios, en vez de ser solamente supervisores.

En São Paulo experimenté la dinámica de lo que ahora llamamos "misión desde los márgenes".[2] La anterior, frase maravillosa agregada a nuestro vocabulario en el año de 2013 por la Comisión de Misión Mundial y Evangelización (CWME) del Consejo Mundial de Iglesias, una unidad ecuménica. El trabajo anterior me ayudó a comprender la necesidad de las asociaciones misioneras y de las mesas redondas para el trabajo de misiones.

La comisión, originalmente el Consejo Misionero Internacional, surgió de la primera Conferencia Misionera Mundial celebrada en Edimburgo, Escocia, en 1910. A esa reunión histórica asistieron principalmente protestantes, varones, blancos de Europa y América del Norte. En ella se reflejaba la creencia de que todo el mundo podría ser convertido a Cristo, en una generación con suficientes jóvenes misioneros. Pero las posteriores conferencias de misión mundial de CWME se volvieron sustancialmente más diversas en sus composicones geográfica, raciales y de género, y considerablemente más realistas en expectativas. La conferencia CWME 2018 en Arusha, Tanzania, celebró el fuerte testimonio de la misión de las iglesias africanas sobre el tema "Llamados a transformar el discipulado".

Por otra parte, la Conferencia Mundial de Misiones de 1947 en Whitby, Ontario, Canadá, tuvo especial importancia en sentar las bases para una nueva comprensión de la colaboración y la planificación de la misión representada por las Mesas Redondas para la Misión. Siempre me ha entusiasmado leer los documentos y las actas de Whitby, que considero como el punto de partida para el concepto de asociaciones misioneras y la práctica de convocar mesas redondas.

Socios en la Misión y la obediencia a Dios
Whitby fue la primera Conferencia Misionera Mundial celebrada después del final de la Segunda Guerra Mundial, y a la vez no fue una de las reuniones más conocidas. No obstante, considero que es una de las más importantes, especialmente en términos de relaciones entre lo que en 1947 se llamaría "iglesias más antiguas" e iglesias "más jóvenes". Así como en términos de la promoción de la mutualidad en la misión, como se aprecia en las Mesas Redondas para la Misión. El tema era "El testigo cristiano en un mundo revolucionario". El anterior, reflejo de los tiempos, a medida que se redibujaba el mapa colonial, incluso mundial. La declaración final de la conferencia se intituló, "Nuestra lealtad suprema: la 'supernacionalidad' de la misión". El anteior no es para soprendernos, dado el comportamiento de las naciones supuestamente "cristianas", durante las dos guerras mundiales recientes. Así como el desarrollo del Holocausto que surgió en la tierra de Martín Lutero y la Reforma Protestante. La historia para contar a las naciones no era la misma en 1947 que en el Edimburgo de 1910.

En Whitby, los delegados de las iglesias más antiguas y más jóvenes pasaron tiempo reuniéndose por separado, para evaluar situaciones de posguerra y así explorar las diversas aspiraciones. Cuando se compararon dos listas de inquietudes se percataron que tenían una gran similitud, y más de un documento conjunto fue el resultado de esas sesiones de trabajo y escucha. El título del documento era "Asociación de las Iglesias más jóvenes y mayores en obediencia a la Comisión de nuestro Señor". Este fue uno de los primeros avales del concepto de asociaciones misioneras, concebido como igualdad, respeto mutuo y en obediencia a Dios. El documento final de Whitby es extraordinario para su tiempo, o incluso para cualquier otro, que trata tanto de la política, como de la práctica en las relaciones entre iglesias más jóvenes y más viejas en una familia de fe.

Además, el documento reconoció que algunas iglesias jóvenes habían "alcanzado una etapa avanzada de desarrollo". También expresó la esperanza de que esas iglesias "eliminaran de una vez por todas, el sentido de dependencia hacia las iglesias más antiguas. Y de igual modo a mantenerse firmes, en la verdadera base de la igualdad espiritual absoluta y de su derecho a administrar sus propios asuntos, a enmarcar sus propias políticas, bajo la guía de Dios, el Espíritu Santo. También a dar su propio testimonio distintivo en el mundo, como el instrumento por el cual Dios quiere llevar a Cristo a toda la población de las tierras en que habitan".[3]

[1] Informe de la Junta General de Ministerios Globales, a la Conferencia General de 2016, Advance Daily Christin Advocate, vol. 2, p. 812.
[2] Comisión de Misión Mundial y Evangelización, "Juntos hacia la vida: Misión y evangelización en paisajes cambiantes", septiembre de 2012, págs. 14 y siguientes. En línea en https:/ www.oikoumene.org/en/resources/documents/commissions/mission-and-evangelism/together-into-life-mission-and-evangelism-in-Changing-landscapes.
[3] C.W. Ranson, ed. Renovación y avance: testimonio cristiano en un mundo revolucionario. Londres: Edinburg House, 1948, p. 175.

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